Fue despedido tres meses después de haber recibido el alta, tras un largo periodo de baja por la pérdida de su nieto y su nuera en el trágico accidente.
Orlando González intenta curar la herida emocional abierta a raíz de la pérdida de su nieto y de su nuera en el accidente del vuelo JK5022 en el Aeropuerto de Barajas el 20 de agosto de 2008.
El amargo trance que vivió este ciudadano grancanario le sumió en un estado de ansiedad al que todavía se enfrenta con ayuda psicológica. Al dolor por la pérdida de los familiares, Orlando sumó, más de un año después del trágico suceso, un desagradable episodio en el ámbito laboral que le ocasionó una recaída en su proceso de recuperación.
La batalla de Orlando con la empresa en la que trabajaba desde 1994, Securitas, comenzó en diciembre de 2009. En esa fecha, la compañía notificó al trabajador su despido, amparándose en un informe negativo de una mutua privada, tras un reconocimiento médico. ''Ni siquiera me atendió un especialista", denuncia el vigilante de seguridad.
Tras un largo periodo de baja, Orlando había recibido el alta médica en septiembre de ese mismo año, apenas tres meses antes de su despido y después de una inspección del Instituto Nacional de la Seguridad Social, en la que no apreciaron objeciones para el desempeño de su trabajo.
Orlando, a instancias de la Federación Canaria de Actividades Diversas de Comisiones Obreras, sindicato al que pertenece, decidió presentar una demanda ante los tribunales. La sentencia, emitida el pasado 6 de abril por el Juzgado de lo Social número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, dio la razón de forma parcial al trabajador.
El auto declaró improcedente el despido de Orlando González, obligando a la empresa a readmitirle o a abonar una indemnización de 45 días de salario por año trabajado, además del montante que dejó de percibir desde la comunicación de su despido, al "no existir causa" que justificara la ruptura unilateral del contrato.
El juez, no obstante, desestimó la reclamación de una indemnización por los daños morales ocasionados por la decisión de la empresa de prescindir de sus servicios. Según reza la sentencia, Securitas "no aprovecha la mala situación psicológica del actor para despedirlo, sino que toma de forma expresa tal circunstancia como causa directa sobre la que fundamentar y amparar su decisión extintiva".
Finalmente, la empresa optó por readmitir a Orlando, quien ha interpuesto un recurso contra la decisión judicial, con el objetivo de que el despido sea declarado nulo.
''No quiero ver algunas caras"
Actualmente, el trabajador permanece de baja mientras continúa con una terapia de relajación que trata de contener los altibajos emocionales que padece. El conflicto laboral incidió negativamente en el tratamiento al que estaba siendo sometido e, incluso, se vio obligado a incrementar la dosis de fármacos que ingería y que había limitado tras su reincorporación a su puesto de trabajo meses antes del despido.
Orlando, padre de tres hijos (el más pequeño de 18 meses), confiesa que se sintió desbordado y desesperado por la situación. ''No sabía que hacer, me vi en la calle, sin nada. Tuve que buscar la comida de mis hijos por donde fuera".
"No me esperaba lo que me hicieron, fue un golpe duro, un dolor muy fuerte. Pero la lucha continúa y cada día soy más fuerte", añade Orlando, que expresa sus temores ante su próxima reincorporación al trabajo. "Cuando entre en la empresa, hay personas a las que no quiero ni ver, con las que no me quiero cruzar. Me han hecho mucho daño".
A pesar de ello, se ve "con muchas fuerzas y ganas de empezar a trabajar". Una incorporación que, a tenor de sus palabras, podría tener lugar en un corto periodo de tiempo. "De un momento a otro el psicólogo me da de alta. Estoy de baja porque la recaída fue muy grande".
Orlando agradece las muestras de apoyo que ha recibido por parte de sus compañeros de trabajo, del comité de Actividades Diversas de CCOO y del letrado que le asistió en el juicio.
El amargo trance que vivió este ciudadano grancanario le sumió en un estado de ansiedad al que todavía se enfrenta con ayuda psicológica. Al dolor por la pérdida de los familiares, Orlando sumó, más de un año después del trágico suceso, un desagradable episodio en el ámbito laboral que le ocasionó una recaída en su proceso de recuperación.
La batalla de Orlando con la empresa en la que trabajaba desde 1994, Securitas, comenzó en diciembre de 2009. En esa fecha, la compañía notificó al trabajador su despido, amparándose en un informe negativo de una mutua privada, tras un reconocimiento médico. ''Ni siquiera me atendió un especialista", denuncia el vigilante de seguridad.
Tras un largo periodo de baja, Orlando había recibido el alta médica en septiembre de ese mismo año, apenas tres meses antes de su despido y después de una inspección del Instituto Nacional de la Seguridad Social, en la que no apreciaron objeciones para el desempeño de su trabajo.
Orlando, a instancias de la Federación Canaria de Actividades Diversas de Comisiones Obreras, sindicato al que pertenece, decidió presentar una demanda ante los tribunales. La sentencia, emitida el pasado 6 de abril por el Juzgado de lo Social número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, dio la razón de forma parcial al trabajador.
El auto declaró improcedente el despido de Orlando González, obligando a la empresa a readmitirle o a abonar una indemnización de 45 días de salario por año trabajado, además del montante que dejó de percibir desde la comunicación de su despido, al "no existir causa" que justificara la ruptura unilateral del contrato.
El juez, no obstante, desestimó la reclamación de una indemnización por los daños morales ocasionados por la decisión de la empresa de prescindir de sus servicios. Según reza la sentencia, Securitas "no aprovecha la mala situación psicológica del actor para despedirlo, sino que toma de forma expresa tal circunstancia como causa directa sobre la que fundamentar y amparar su decisión extintiva".
Finalmente, la empresa optó por readmitir a Orlando, quien ha interpuesto un recurso contra la decisión judicial, con el objetivo de que el despido sea declarado nulo.
''No quiero ver algunas caras"
Actualmente, el trabajador permanece de baja mientras continúa con una terapia de relajación que trata de contener los altibajos emocionales que padece. El conflicto laboral incidió negativamente en el tratamiento al que estaba siendo sometido e, incluso, se vio obligado a incrementar la dosis de fármacos que ingería y que había limitado tras su reincorporación a su puesto de trabajo meses antes del despido.
Orlando, padre de tres hijos (el más pequeño de 18 meses), confiesa que se sintió desbordado y desesperado por la situación. ''No sabía que hacer, me vi en la calle, sin nada. Tuve que buscar la comida de mis hijos por donde fuera".
"No me esperaba lo que me hicieron, fue un golpe duro, un dolor muy fuerte. Pero la lucha continúa y cada día soy más fuerte", añade Orlando, que expresa sus temores ante su próxima reincorporación al trabajo. "Cuando entre en la empresa, hay personas a las que no quiero ni ver, con las que no me quiero cruzar. Me han hecho mucho daño".
A pesar de ello, se ve "con muchas fuerzas y ganas de empezar a trabajar". Una incorporación que, a tenor de sus palabras, podría tener lugar en un corto periodo de tiempo. "De un momento a otro el psicólogo me da de alta. Estoy de baja porque la recaída fue muy grande".
Orlando agradece las muestras de apoyo que ha recibido por parte de sus compañeros de trabajo, del comité de Actividades Diversas de CCOO y del letrado que le asistió en el juicio.
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